noviembre 16, 2010

Un marco acorde

He escuchado a muchas mamás decir: "yo sería incapaz de dedicarme a mis hijos como tú lo haces, porque para mí es de vital importancia tener mi casa impecable y me sería imposible tener que dedicarles tanto tiempo a los niños, sacrificando la limpieza de la casa." También me ha tocado conocer mamás que se invierten de corazón en sus hijos, que dedican horas para estar con ellos y trabajar productivamente, y  en cuyas ropas, cocinas, recámaras, baños y pisos se nota su ausencia. ¿Quiere decir, entonces, que dedicarse al cuidado de los niños indefectiblemente conlleva la imposibilidad de mantener el orden y la limpieza del hogar, y viceversa? 

Casi puedo asegurar que todas las mujeres - o al menos la mayoría - somos fanáticas del orden y la limpieza. Sin embargo, cuando nos encontramos en una disyuntiva, por lo general nos vamos por una de dos: o soltamos lo verdaderamente prioritario para dedicarnos de lleno a satisfacer nuestro gusto por mantener la casa impecable; o, nos asimos de lo verdaderamente prioritario - como lo es invertirnos en nuestros hijos y en su educación -, y entonces, renunciamos al placer de mantener una casa limpia y en orden, por más dolorosa que sea la dejación. Con el tiempo, vamos encontrando resignación y consuelo en recordarnos que escogimos la tarea que mejores rendimientos arrojará a futuro. Sin embargo, yo estoy plenamente convencida de que ambas tareas - invertir grandes cantidades de tiempo en los hijos y mantener el orden y limpieza de la casa -, son compatibles y ninguna de las dos excluye a la otra.  Tal vez solamente es necesario desarrollar algunas pequeñas destrezas o trucos, o ajustar algunos paradigmas por allí, para poder combinarlo todo sin sufrir el desbalance.

Muchas disciplinas exigen igual cuidado y atención tanto por la materia en sí, como por el mantenimiento y limpieza del área de trabajo y utensilios. Un pintor, por ejemplo, muestra la misma parsimonia al preparar sus pinceles, paleta, mesa, bastidor, que al observar y plasmar las proporciones, matices y sombras de su modelo.  Sé que en el entrenamiento de un chef es tan importante el resultado de su platillo final, como los pasos que siguió al prepararlo y la limpieza que mostró en el proceso.  Nosotras como mamás estamos produciendo seres humanos. Hombres y mujeres que causarán algún tipo de impacto en la sociedad. Me cuesta trabajo pensar en alguna otra ocupación que encierre tal grado de responsabilidad. Y aun así, estamos inconformes y nos lanzamos a la búsqueda de una actividad que nos produzca un grado todavía mayor de realización...  En fin, otro día hablaremos de liberación femenina. El punto es que al ser nosotras artífices de tan invaluables productos, nuestro hogar es el taller donde se confeccionan éstos. Es el escenario que enmarca toda nuestra crianza y educación. ¿Qué estoy enseñando con la forma en que mantengo mi hogar?, ¿qué refleja mi casa?, ¿limpieza?, ¿orden?, ¿diligencia?, ¿armonía? Los niños aprenden de lo que ven, sienten, perciben, palpan, degustan, escuchan, huelen, más de lo que les decimos con nuestras palabras. ¿Cuál es el entorno que enmarca lo que estoy enseñando?

En este aspecto, yo nací en una casa de "afanosas". Mi mamá y mi abuela son afanositas por excelencia, y a lo largo de mi crianza (aunque al principio no con mucho entusiasmo), adquirí ese sentido de organización y amor a la limpieza que ellas emanaban.  Es difícil enlistar todo lo que aprendí de ellas, pues esos hábitos son tan intrínsecos en mí ahora, que me cuesta trabajo ser consciente del día que se instalaron en mi disco duro. Sin embargo, haciendo un esfuerzo, puedo decir que desde la niñez se nos hacían recordatorios de extender la toalla después de bañarnos, dejar el baño limpio después de bañarse, lavar la licuadora inmediatamente después de usarla, jamás guardar algo en el refrigerador sin tapadera, recoger y lavar los trastes inmediatamente después de comer, dejar la casa recogida antes de irse a dormir, dejar la ropa y los zapatos listos para el día siguiente, tender la cama antes de hacer cualquier cosa, doblar la ropa antes de guardarla en el clóset - incluyendo los calcetines por pares - cambiar las sábanas y las toallas cada tercer día, limpiar la estufa después de comer, lavar el trapo de la cocina cada vez que se usa, y puedo seguir eternamente… Un tío mío a quien quiero mucho, dice que en cualquiera de las casas de las mujeres de la familia huele a Ángeles (Ángeles es mi apellido materno), porque siempre se asoma el afán de recoger y limpiar todo cuanto se ponga enfrente. Creo que la razón de haberlo adoptado todas, es que por años fue el estilo de vida que respiramos; y finalmente, ese mismo estilo de vida se convirtió en nuestro estilo de vida también. Ahora es una parte importante para mí y agradezco mucho que así fuera, pues también adquirí la habilidad de hacerlo, porque toda la vida observé cómo se hacía.

Los niños aprenden viendo y haciendo. Si ellos ven que mi estilo de vida incluye tener la casa recogida y ser organizada y si ven que lo disfruto y es una de mis prioridades, ellos lo absorberán y se volverán igual que yo. Como papás, nosotros les transmitimos a los niños nuestros gustos, nuestros ideales, nuestros temores, nuestros vicios, nuestras inclinaciones, nuestra esencia.  A veces me sorprendo del gran gusto que mis hijos han desarrollado por la computadora, y su poco gusto por la aventura en la naturaleza.  Pero luego volteo a vernos a Mario y a mí disfrutando de nuestras computadoras (y jamás deseando vernos envueltos en un evento del tipo "aventurémonos al campo a dormir a la intemperie"), y entonces no puedo extrañarme de que los niños tengan los mismos gustos que nosotros. Los niños absorben todo lo que nosotros realmente disfrutamos y lo que hacemos con gusto, sin que tengamos que "enseñarles" a que lo hagan. Simplemente lo adquieren y ya.
Volviendo al asunto de la limpieza de la casa, decía que no es necesario deshacerme de mi interés de mantener todo limpio y en orden. Aun teniendo varios niños pequeños, puedo seguir disfrutando de ello y no sólo anhelando que "algún día" mi casa estará limpia, sino que puedo gozar de que en este presente esté limpia y se mantenga así.  Lo importante aquí es no utilizar la limpieza como pretexto para desentenderme de los niños. No puedo decir que porque estoy limpiando la casa, no puedo atender a los niños; sino que lo que hago es compartir mi gusto con ellos e involucrarlos en lo que me gusta y es importante para mí. Ellos también lo adquirirán y será una realidad en sus vidas.  Y si no es mi gusto natural, o si no tuve una abuela afanosa, pues entonces es tiempo de desarrollar las destrezas que necesito desarrollar, recordando que el entorno en el que vivimos es el escenario que enmarca la  educación que quiero transmitir.

Mi esposo me anima constantemente a "descentralizar" el trabajo doméstico y a incluir a los niños y a aprovechar su ayuda para no llevar la carga yo sola. Creo que cada vez más voy mejorando en esta área y cada día me esfuerzo por motivar a los niños a interesarse en lo que hago y a que se sientan útiles ofreciendo su ayuda. Después de vestirse solos, doblan su piyama y la ponen en su lugar. Recogen su ropa antes de meterse a bañar y la ponen en el bote de ropa sucia. Recogen sus juguetes antes de irse a dormir y dejamos todo en orden. Me ayudan a separar la ropa para lavarla y a sacar la basura, y de vez en cuando, Mati me ayuda a lavar los trastes. Desde hace mucho tiempo, mi esposo y yo acostumbramos dejar la casa recogida antes de irnos a dormir. A los dos nos gusta ver la casa en orden y sobre todo, disfrutamos el hecho de que a la mañana siguiente, no sentimos que se nos viene el mundo encima al tener que iniciar el día en zona de desastre.  Tenemos la cultura de: "si ensucio, limpio", y se aplica en la cotidianidad, a cada paso: "Si ensucio un vaso, lavo un vaso; si saco un juguete, guardo un juguete; si baño a los niños, dejo el baño limpio; si comemos, se recoge la cocina inmediatamente; si llego de la oficina, dejo mis cosas en el cajón."  La cocina siempre se mantiene limpia. Con esta filosofía, después del desayuno y la cena, no me lleva más de 15 min. recogerla, porque está limpia.  En cuanto a la cocinada, pues creo que muy rara vez empleo más de una hora diaria para hacer la comida. Pienso en menús saludables y sencillos que puedan gustarles a todos.  Cada vez que cocino, doy una revisada al refri para ver si algo ya está viejo y para dar una acomodada y limpiar algo allí adentro si es necesario. De esta manera, siempre se mantiene limpio y me acuerdo de lo que tengo allí para que no se me eche a perder.  Utilizo el tiempo de la cocina como una actividad para los niños, en vez de estar buscando en qué entretenerlos mientras que yo cocino. A veces ellos están ocupados con sus actividades, y entonces yo aprovecho para ser más rápida; pero si ellos se me quieren unir, entonces son bienvenidos. Me ayudan a lavar la verdura, a pelarla, a medir ingredientes y a vaciarlos, a revolver, a exprimir limones, a limpiar la mesa y llevar los platos, y muchas veces, aunque no participen mucho, están sentados junto conmigo en la barra observando todo lo que hago y hablando, hablando, hablando sin parar. La cocina es un buen lugar para practicar matemáticas, ciencias, biología, química, física, lenguaje, y tantas otras cosas que ni siquiera sé en qué categoría van.  Al cocinar, hay muchos momentos "muertos" en los que no tienes nada qué hacer, como cuando esperas a que la sopa suelte el hervor o a que el arroz esté bien cocido. Yo uso esos momentos para lavar todos los trastes y los utensilios que utilicé al cocinar. De esta forma, después de la comida, solamente tengo que lavar cinco platos, cinco vasos, cinco tenedores y una o dos cazuelas o un sartén. Después de la hora de la comida, desde hace mucho tiempo también, establecimos que es el "tiempo con papá" de los niños. Disfrutan muchísimo de jugar con él, cantar, hacer música, armar bloques, jugar videojuegos, hacer locuras y quién sabe qué más. A mí me encanta ese "tiempo con papá", porque es cuando aprovecho de limpiar la cocina un poquito más a fondo. Recojo bien todo, limpio bien la mesa y las puertas de las alacenas, lavo bien el fregador, limpio la estufa - sin necesidad de usar nada corrosivo porque simplemente limpio lo que se ensució al cocinar en ese momento, y por último, barro toda la estancia. Haciendo esto cada 24 horas, no necesito dedicar toooodo un día a limpiar mi cocina, porque siempre se mantiene limpia, y tampoco me toma más de 30 minutos cada vez que lo hago.  La ropa se lava una o dos veces a la semana y los niños participan en todo el proceso.  En cuanto a la limpieza general de la casa, me lleva tres horas hacerlo todo, de principio a fin y bien hecho. Tratamos de organizarnos para tener un tiempo de hacerlo una vez por semana, en el que los niños estén de paseo con su papá o con sus abuelos.

Para mí ha sido clave el saber decidir cuándo involucrar a los niños en el trabajo doméstico y cuándo no. A veces prefiero hacerlo yo sola rápido y bien hecho porque es prioridad que ese trabajo se realice. Como por ejemplo, el tener comida siempre y a tiempo. No me gustaría nunca tener que decirle a mi esposo: "Pues hoy estuvimos trabajando muy intensamente en matemáticas, y no pudimos hacer la comida". Pienso que las dos cosas están en el mismo nivel de importancia. Otras veces, el trabajo no es tan prioritario, pero que el niño se sienta útil y que participe sí es muy importante, entonces puedo pasar por alto un poco de tiradero y tiempo perdido, como cuando me "ayudan" a doblar ropa o a limpiar la mesa.  Creo que se necesita sabiduría y la habilidad de visualizar un poco más allá del momento presente, para tomar esas pequeñas decisiones que hacen la diferencia.

No estoy hablando aquí de una especie de "robotina" que siempre hace todo a la perfección y sin quejarse. No puedo negar que mi trabajo es muy pesado. Casi siempre llego medio muerta a mi cama y sí me quejo seguido; pero tampoco puedo decir que me siento derrotada. Más bien encuentro realización en lo que hago, pues he constatado que es posible combinar ambas tareas y tener éxito.  Yo estoy hablando de la actitud que se atreve a tomar el control con sus manos, con los recursos (muchos o pocos) que se tienen en el momento y los optimiza al máximo.  Estoy hablando de mamás, mujeres, que están conscientes de su importantísima aportación a la sociedad y están dispuestas a no darle la espalda a su llamado, sino a profesionalizarse dentro del hogar y a ser tan responsables, diligentes y productivas como lo serían en cualquier empleo fuera de casa. Estoy hablando de la actitud que entiende y se esfuerza por mantener un delicado equilibrio entre la atención a sus hijos y el mantenimiento de un hogar limpio y saludable, brindando así, un marco acorde a la confección de su precioso producto.

10 comentarios:

  1. HOLA PRIS.
    SABES? ME ENCANTA TU BLOG AUNQUE AUN NO ESTOY CASADO NI TENGO HIJOS, LEO CON MUCHO INTERES CADA UNA DE TUS VIVENCIAS. ME SIENTO FELIZ DE SABER QUE DIOS TE ESTA ENSEÑANDO Y PREPARANDO CADA DIA PARA GRANDES COSAS EN TU VIDA, TU MATRIMONIO Y CON TUS HIJOS.

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  2. GRACIAS POR DEJARME APRENDER CON TUS VIVENCIAS AMIGA! CUANTA RAZÓN TIENES Y CUANTAS COSAS NOS HACE FALTA APRENDER EN ESTA VIDA BESOS Y AQUI ESTOY AL PENDIENTE DE CADA TEMA! TE QUIERO ... CINTYA

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  3. Me encantó hija!!
    Es todo un tratado para las madres y el hogar!!
    Buenísimo y práctico, y con ideas muy útiles!!

    Te amo!!!

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  4. Excelente artículo, Güereja. Me gustó mucho la figura de tu "taller y el valioso producto" creo que es muy práctica y sencilla, asi como profunda en lo que aporta.
    Felicidades por esa convicción, eres una esposa y madre valiente, esforzada y sobre todo entendida.

    Carlos Salazar

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  5. Hola, que lindos tus hijos!, yo tambien educo a mis 4 hijos en el hogar, creo que eres la misma persona que conocio a mi mama ,ella tiene una estetica, me paso tu correo, te envie unos mensajes no se si te llegaron,espero estemos en contacto aunque sea por este medio, yo tambien tengo un blog que acabo de reiniciar.Hermosos tus comentarios y muy utiles.

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  6. Priss, gracias por enriquecernos. Mis hijos mayores, gracias a que les dedique tiempo y paciencia cuando eran pequeños, hoy son mis ayudantes idoneos para mantener la casa en orden. Y Karla, por favor comparte la dirección de tu blog. Todo lo que enriquezca es bueno.
    Rocío Jaloma

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  7. Te felicito Priss, no sabia que escribias estas maravillas, definitivamente no me cabe duda que Dios te ilumina,son maravillosas,quien dedica tiempo, esfuerzo, trabajo etc, , por hacer un bien simpre tendrá la yuda de Dios y por supuesto la recompensa espiritual, felicidades y que Dios te siga iluminando....Patricia cazares carrillo.

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  8. Hola!!! Rocío Jaloma me hizo favor de contactarme con ustedes y estoy encantada. A Rocío la conozco desde hace mucho tiempo y despupes de mucho tiempo la reencontré gracias a Dios.

    Tengo muy poco de haber tomado la decisión mas importante de mi vida familiar ya que he comenzado a educar a mis 5 hijos en casa.

    Gracias por el tiempo que dedicas a esto y por compartirmos tus experiencias. Espero poder seguir en contacto.

    Saludos...

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  9. Claro que sí, Silvia, me da gusto conocerte por este medio. Puedes contactarme personalmente en: priss.gonzalez@gmail.com, estoy a tus órdenes. Muchas felicidades por esta nueva decisión en tu vida!!

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