noviembre 11, 2010

Una relación de atención

Por lo general, cuando salgo a la calle con los tres niños, la gente se me queda viendo y nunca falta quien me pregunte con un tono de mucho asombro: "¿los tres son tuyoooooos?...   ¿cómo le haces con treeeeees???", como si ninguna de esas personas hubiera tenido más de tres hermanos… o hijos - muchas de esas personas son señoras grandes.  Ahora, ser madre de más de dos hijos es considerado toda una hazaña, cuando en la generación pasada, una familia de menos de seis hijos era pequeña. La mentalidad de las mujeres ha cambiado tanto, pero ése es material para otro post. ¿Cómo le hago con tres, sin empleada doméstica y sin mandarlos a la escuela? Me he cuestionado muchas veces esta pregunta a mí misma, y tengo muchas respuestas que me contesto en silencio. 
Aunque es un trabajo bastante arduo y extenuante, no me siento al borde de la histeria - como muchas mamás lo expresan; más bien me siento contenta, satisfecha y motivada. Supongo que la respuesta a esta pregunta radica en la combinación de varios factores.  Uno de esos factores, que para mí es de los primordiales, es el objeto de este artículo: el tipo de relación que tengo con mis hijos.
A mi parecer, la palabra que mejor podría denominar el tipo de relación que tenemos mis hijos y yo es atención.  He conocido niños que no saben prestar atención. Les hablas y no pasa nada. Ni siquiera voltean a verte. Sus mamás se desgañitan tratando de que les hagan caso, y ellos ni se inmutan. Niños tan cansados de escuchar sermones y reprimendas sin ser escuchados, que están ensimismados y desconectados de su entorno, con quienes no puede establecerse una interacción civilizada. Si tuviera tres de ésos, entonces sí me pondría histérica.

Mi esposo y yo nos hemos esforzado por mantener con nuestros hijos una relación de atención. La atención para mí tiene dos caras: por un lado, yo solicito que mis hijos me den su atención, pero por el otro lado, yo se la doy  a ellos sin escatimar nada. He observado que cuando los niños comienzan a portarse mal es un síntoma de que están ociosos y de que les hace falta atención. No recuerdo dónde, alguna vez leí que los niños son como un parquímetro. Necesitas mantener el parquímetro bien alimentado de monedas para que el tiempo siga corriendo y no te infraccionen. Los niños necesitan estar bien alimentados de atención para que no se descompongan. Los niños tienen alarmas para decirnos que su parquímetro se está vaciando. Interrumpen, hacen berrinches, se ponen loquitos, están inquietos. Un niño bien atendido está tranquilo, seguro y feliz. Para mí, prestarles atención a mis hijos significa mantener una actitud constante de verdadero interés y aprecio por ellos. Esto requiere que todos mis sentidos estén con ellos y no que nada más esté yo de "cuerpo presente", mientras que mi mente vaga por otros mundos. Me interesa tener su corazón en mis manos. Esto es: saber qué quiere, qué necesita, qué piensa, qué anhela, por qué actúa así, qué le causa miedo, emoción, risa. Para eso necesito poner todo mi esfuerzo por ser quien puede entenderlos completamente y con quien ellos están dispuestos a abrir y compartir su corazón. A mí me interesa hacerles saber que ellos son lo más importante para mí. Y eso no se dice con palabras, sino con acciones y actitudes. Aunque muchas veces me cuesta trabajo, me esfuerzo por atender a su llamado siempre, sin minimizar sus peticiones o enojarme porque me causan trabajo extra. Cuando me hablan, dejo de hacer lo que estoy haciendo, los miro a los ojos, hago preguntas que me permitan entenderlos enteramente, y no me alejo hasta que estoy segura de que transmitieron su mensaje completo. Cuando yo hablo, les pido que me vean a los ojos. Utilizo un lenguaje adecuado a su edad, hablo con claridad, con gestos faciales expresivos.  Y me aseguro de que entendieron mi mensaje completo haciéndoles preguntas o pidiéndoles que repitan lo que dije. 

Conversamos todo el tiempo. Desde que eran pequeños y no hablaban todavía, yo constantemente les platicaba, les narraba lo que estaba sucediendo a su alrededor, les describía lo que veían. Ahora que no les para el pico, tenemos charlas constantes, y de ellas siempre surgen preguntas, cuestionamientos, motivos por los cuales investigar y buscar respuestas. Me encanta escucharlos, responderles y hablar siempre como lo haría con cualquier adulto. Ellos se sienten considerados, tomados en cuenta e importantes. Además de que he visto cómo se incrementa su vocabulario día a día, pues yo no tengo miramientos en utilizar cualquier palabra cuando hablo, por más elevado que sea su significado.

Trato de hacerlos mis "cómplices" y así, involucrarlos en todo lo que es importante para nuestra familia. Jugamos a que ellos son los detectives que yo contraté para que vengan a mi casa y descubran todas las pistas regadas por allí y las regresen a donde pertenecen. Tenemos una misión especial cada vez que vamos al mercado y ellos se encargan de dibujar la "lista de la misión" y de recordarme todo para que no se nos olvide comprar nada. Cuando está sucediendo algo, como cuando vienen a poner gas o a traernos agua, dirijo su atención hacia lo que está sucediendo, a que observen el trabajo de las personas; a veces les pido que ellos le den el garrafón vacío al señor o que le paguen o que reciban la nota. Les transmito mis responsabilidades y preocupaciones, como cuando escucho la campana de los basureros y comienzo a decirles en un tono de inquietud: "¡oh no, el camión ya llegó y no he sacado la basura! ¡tendré que correr!" y sin pedir su ayuda siquiera, ellos perciben la importancia y se ofrecen a sacar los botes junto conmigo. En el camino van haciendo comentarios como: "¡vamos, tenemos que apurarnos, o el camión nos ganará!", y al final, todos "la chocamos" y nos felicitamos por haber hecho un buen trabajo de equipo. Cuando vamos a hacer una visita, en el trayecto vamos platicando del "plan" que vamos a seguir: a dónde vamos, por qué, cómo debemos comportarnos, de qué se trata la visita, a qué horas regresaremos… toda esa interacción va creando una identidad de pertenencia, de equipo, de manada.

Me ha tocado ver a mamás batallar en lugares públicos porque sus hijos se les van corriendo y no pueden mantenerlos a todos juntos. Salvo en raras ocasiones, yo no he batallado con ese problema. Cuando vamos al parque o a algún lugar público, casi siempre vamos con un objetivo, con una misión. Tenemos en mente el concepto de que al ser un equipo, debemos protegernos, debemos mantenernos juntos. Siempre estamos sumidos en la misma fantasía o en la misma conversación, así que ellos ni siquiera piensan en irse a otro lugar o en buscar a otros niños, porque su asunto está aquí y están contentos aquí. Cuando alguno comienza a alejarse un poco - por lo general Caleb, el pequeño de un año - los otros se asustan y comienzan a gritarle que regrese y me piden que lo haga venir, muy angustiados.  Trato de que tomemos las decisiones en unanimidad, como cuando algún niño tiene alguna necesidad y necesitamos regresarnos a la casa, lo hablamos y entonces decidimos regresarnos, porque  los demás  entienden que somos una familia y que en este momento necesitamos a apoyar a este miembro de nuestro equipo, y cuando alguno de nosotros esté en una situación similar, los demás también nos apoyarán.  El tiempo que estamos en el parque es un espacio de esparcimiento, de renovación, de tomar nuevas energías y de llenar nuestros pulmones de aire fresco.  Es cuando más surgen temas de conversación y de fantasía, es cuando recuerdo que yo también fui niña, es cuando me olvido de lo que me rodea y me entrego a disfrutar a la par de ellos. Ni pensar en utilizar ese tiempo para ponerme a hablar por teléfono o a leer un libro o a hacer mis cosas. Ese tiempo es para nosotros, para alimentar nuestra relación, nuestra unidad, nuestro mundo juntos.

Cuando estamos en la casa, también tenemos ciertas normas. Todos debemos trabajar en algo productivo. Me da risa, pero este concepto ha sido tan empleado, que ellos también lo utilizan y andan fijándose si sus actividades son productivas o no. El otro día me encantó escuchar una conversación entre Mateo (de cuatro años), y Pao (de tres). Pao le estaba diciendo a Mateo que quería ver una película, y Mati le contestaba: "Bueno, Pao, pero ésa no es una actividad productiva. Vamos a preguntarle a mamá si podemos verla y después ponernos a trabajar."  Trato de hacerlos conscientes y responsabilizarlos por sus propios actos. Cada vez me gusta menos la idea de tener un horario rígido en donde yo decido en lo que cada quien tiene que ocupar su tiempo. Esto también es tema de otro post, pero como ya lo he mencionado antes, nosotros queremos que nuestros hijos aprendan a actuar por convicciones y motivaciones internas en lugar de por estímulos externos. Ellos ya saben que sólo el parque es para corretear, y  la casa para estar tranquilos. Cuando veo que comienzan a chirotear, lo tomo como un síntoma de ociosidad; así que entonces es tiempo de buscar alguna actividad productiva. Últimamente he comenzado a preguntarles en esos momentos: "Recuerda que no podemos andar corriendo por la casa, ¿en qué vas a trabajar?" Me gusta hacerles esta pregunta, porque los hago responsables de sus propios actos y también les doy la oportunidad de que pongan a funcionar su cabeza y piensen en qué se van a ocupar, en vez de que siempre estén esperando que las alternativas vengan de mí. Quiero fortalecer su pro actividad, en vez de fomentarles la dependencia en estímulos externos, la pasividad y la falta de iniciativa. Muchas veces no les es tan fácil encontrar  buenas alternativas para ocupar su tiempo. Para eso, se me ocurrió hacer un pequeño cartel con una lista de cinco áreas primordiales en las que debemos trabajar al menos una vez durante el día. Hemos estado transmitiendo el concepto de que "Es importante tener equilibrio en nuestras vidas." Eso significa que es necesario dedicarnos a diferentes actividades que fortalezcan todas las fases de nuestro ser, y no solamente a una, aunque nos guste mucho. Mi lista se compone de cinco áreas: labores, ejercicio, mente, manualidades y arte, y lectura. 
Labores se refiere a responsabilidades domésticas (lavar trastes, limpiar la mesa, separar ropa, recoger juguetes, sacar basura, etc.)  Ejercicio se refiere a ejercitar nuestro cuerpo, y desde hace mucho tiempo ya, tenemos establecido salir a jugar al parque un rato largo en la mañana y un rato largo en la tarde - ¡el parque es esencial para niños pequeños! -. Mente se refiere a todas las actividades que fortalezcan algún área de su intelecto (dibujar, armar rompecabezas, trabajar en la computadora, hacer ejercicios en sus libros, practicar escritura, números, etc.) Manualidades y arte se refiere a todo lo que hagan con un toque artístico o manual (pintar, moldear plastilina, repostería, jardinería, música, etc.) Y finalmente, dedicamos un tiempo diario para leer libros juntos. Me gustaría que esta lista fuera más larga y más detallada, pero al menos tengo - a grandes rasgos - lo suficiente para mantener la inspiración cuando recibimos ataques de ociosidad. Los niños ya saben la dinámica y cuando escuchan mi pregunta "¿qué vas a hacer?", inmediatamente comienzan a repasar su lista mental de opciones. Cuando no se les ocurre qué, entonces echan un vistazo a nuestra lista en el refri y finalmente hacen su elección. Si de plano no supieron qué, entonces yo les ayudo y yo elijo algo por ellos, pero no pueden estar sin hacer nada. Se sientan en una silla cómoda, quietos, ocupados e interesados en su actividad durante mucho tiempo. A veces hasta yo me sorprendo del silencio y la tranquilidad que se respira durante largos ratos.

Cuando tenemos visitas o estoy hablando con otras personas, los niños tienden a "chiflarse". Si recordamos todo este asunto del parquímetro, es fácil entender por qué: al hablar con otras personas, una parte de nuestra atención se está "yendo" hacia la demás gente y no hacia ellos. Los niños lo perciben y entonces demandan su parte. Mi táctica no es reprimirlos o amenazarlos, sino simplemente, ponerles atención. Volteo a verlos, les hago comentarios, les explico lo que está pasando, los motivo para que escuchen la conversación de los adultos, les recuerdo que es importante escuchar y no interrumpir; y finalmente, también preparo algunas actividades adecuadas para ellos en las que puedan estar ocupados en sus lugares, mientras que los adultos conversamos.

Con una base así es muy fácil obtener su cooperación sin necesidad de gritos o golpes. He comprobado que lo que siembras, cosechas; y en mi experiencia, cuando siembro atención, cosecho atención por parte de mis hijos. Es cierto que la interacción con tres niños menores de cinco años durante todo el día, los siete días de la semana, muchas veces atenta contra mi salud mental, pero también es verdad que sosteniendo una relación de atención,  la carga es mucho más llevadera. Ellos anhelan estar bien conmigo, "ser mis amigos", y entonces escuchan mi voz naturalmente y se esfuerzan por seguirla, por complacerme. Cuando necesitamos resolver un conflicto, es fácil tener su atención, porque se ejercitan a diario, estamos habituados a hacerlo, es nuestro estilo de vida. Es fácil apelar a su conciencia y ellos toman acciones inmediatas para corregirse.  Una relación de atención se establece desde muy temprano, desde el vientre, pero puede retomarse a cualquier edad. Necesitamos sembrar atención si queremos cosechar atención.

9 comentarios:

  1. Amiga, que inspirador. En mi caso he decidido trabajar con mis hijos con metas, y con horario fijo. Creo que es bueno por sus edades, y por que nos ha funcionado. Pero en las tardes sigo encontrando tiempos de ocio que a veces no se cómo llenar. Se me ocurre que necesiro sugerirles la lectura y el arte, por ejemplo, como una actividad para llenar esos tiempos.

    Siempre nos enriqueces. Gracias Priss.
    Rocío

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  2. Muchas gracias por tus palabras, Rocío! Qué rico disfrutar de niños grandes que trabajan por metas y con horarios. Creo que eso es lo más valioso de la educación en casa: el poder adaptar todo nuestro sistema al ritmo y necesidades particulares de cada miembro y de cada momento, ¿no crees? Un abrazo!

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  3. WOOW!! Me encantó tu artículo hija!!
    Eres toda una mamá profesional!!

    Tan bellos todos ordenaditos mis nenes, trabajando y haciendo cosas productivas, me fascinan mis niños!!

    Transmitiste hermosa y explícitamente, la frase que les comenté el otro día acerca de los hijos, "no cambiar nuestra herencia por un plato de lentejas".

    Te amo hija!!

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  4. Una de las cosas que me gustan mucho de su relación familiar Pris, es precisamente la ATENCIóN con la que escuchas y te diriges a los niños, y la misma con la que ellos responden a ustedes sus padres. Ellos saben ver a los ojos comunicarse y escuchar. De hecho "lo demandan" de otras personas porque efectivamente es su estilo de vida.

    El otro día que los niños estaban con nostros, me llamó la atención que al buscar las atividades que Mateo haría en la computadora, él mismo las clasificó en productivas y no productivas.

    Excelente artículo, pero más excelente la realidad que representa en tus hijos.

    Carlos Salazar.

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  5. Prit.... mi admiración y aprecio por el valor de familia... ya vez que siiii se puede y que tu parametro sea marcado por tu distiguido y tu y lo que ven para los crrios... y las demas familias....serán distintas... y la tuya es vida plena y abundante... te amo Prit.¡¡¡ mujer valiente y ezforzzada. :)

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  6. Simplemente, me encantó.
    Te quiero y te admiro hermana.

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  7. Muchas gracias por invertir un poco de su tiempo y dejar unas líneas aquí. Leer sus impresiones es muy inspirador y me motiva a seguir registrando lo que aprendo. Los quiero a todos!!

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  8. Siempre he dicho que tus hijos son tan diferentes de los demás, porque TÚ ERES UNA MAMÁ DIFERENTE! Desde bien bebito, Matty escuchaba y respondía porque ustedes siempre LE HABLARON y le pusieron atención. Y así con el otro par hermoso... y ahora, aunque son cortos de edad, podemos gozar de ese fruto que se ha sembrado y se sigue cultivando y cuidando, que es la compañía placentera de tus hijitos. Es tan bonito no nada más mirarlos, sino hablar y jugar con ellos! Y esa atención que ustedes les ponen, se refleja en sus vidas chiquitas a todos los que los rodeamos.

    LOS QUIERO!!

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  9. Priss, muy "productivo" artículo, está sumamente ligado a tu diseño y misión, qué hermoso ver tu desarrollo como mujer, mamá y esposa; eso impulsa y fomenta poner "atención" a lo que estamos siendo pues eso es lo que determina lo que hacemos. Felicidades amiguita, excelente tu trabajo y doy gracias a Dios por estar conectadas y nutrirnos.

    Sonia.

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