diciembre 09, 2010

Lanzando anzuelos

Es maravilloso poder gozar de la libertad de elegir cómo vivir, y por consiguiente, como aprender a medida que atravesamos por la vida. Poco a poco, mi esposo y yo vamos construyendo nuestro propio modelo educativo: los principios que consideraremos a medida que nuestros hijos crecen y atraviesan por su propio camino hacia la madurez. Las últimas semanas han estado especialmente llenas de reflexiones y descubrimientos liberadores. Cada quien tiene la libertad y la responsabilidad de pensar y formular sus propias conclusiones. He aquí las mías... 
La semana pasada terminé de leer un libro. En una sección llamada "Enriqueciendo", la autora menciona una práctica llamada "esparcimiento" creada por una mamá educadora en casa. Sobre esta práctica, ella menciona: "El esparcimiento se refiere a colocar cosas interesantes por toda la casa donde los niños puedan descubrirlas. Mis hijas me inspiraron a usar nuestra propia palabra: "espolvorear", refiriéndonos a la imagen de un hada madrina con una varita mágica rociando nuestra casa con regalos y sorpresas. También lo aplico para enriquecer el hogar"
La autora utiliza este concepto refiriéndose a la creatividad que se puede aplicar para enriquecer o refrescar algo viejo con un toque nuevo y diferente. Por ejemplo, al guardar algunos juguetes y sacarlos después de varios meses para sorprender a los niños, al dejar materiales interesantes en algún lugar donde los niños puedan encontrarlos y trabajen con ellos, o introducir un alimento nuevo sin decir nada y simplemente dejándolo a la vista para provocar curiosidad.

Me gustó mucho este concepto de "espolvorear". Pensando y meditando mucho en esta lectura, concluyo que el concepto es amplísimo. Puede aplicarse a cualquier aspecto, no sólo a las actividades o a los materiales dejados por allí intencionalmente, sino a todo lo que nosotros podemos hacer que provoque una situación de aprendizaje significativo: conversaciones, preguntas, temas, palabras interesantes, objetos, experimentos, eventos, alimentos novedosos, pasatiempos, y la lista sigue y sigue. Cualquier cosa que yo pueda hacer que cause curiosidad y que provoque que mis hijos quieran saber más del tema o participar activamente, y que resulte en un aprendizaje significativo entra en este concepto. Y ya que estoy ampliando un poco el concepto, también voy a utilizar mi propio término - porque lo de las hadas madrinas y varitas mágicas me provoca un escalofrío involuntario…- Yo he querido hacerme la imagen mental de un pescador que tiene un sinfín de anzuelos de distintos tamaños y formas a la mano, y se toma el tiempo para escoger con delicadeza cuál usará en cada situación particular. Lo tira al agua y luego, pacientemente, espera a que el pez, motivado por su propio interés o hambre, lo pique. El pescador no fuerza nada ni obliga a ningún pez a picar. Él se enfoca en los anzuelos y en conocer qué tipos de carnadas son mejores para cada tipo de peces. Escoge lo que le parece más apropiado y simplemente, lo lanza en silencio y aguarda, esperando que funcione. Si no funciona, entonces cambia la estrategia. Escoge otro, lo lanza y vuelve a esperar.

Me encanta visualizarme como un hábil pescador que usa toda su pericia, creatividad y paciencia para atraer y seducir a cada pez, sin emplear un gramo de coerción u opresión. Mi trabajo cobra un brillo nuevo cada vez que me visualizo como la sembradora de curiosidad o la facilitadora de situaciones potencialmente educativas. Y como recompensa, luego tengo el placer de saciar la sed que primero provoqué.  De verdad que es deleitoso atestiguar el proceso de principio a fin: sembrar una duda, escuchar la pregunta ansiosa de saber, y luego, dar una respuesta que se recibe con la mente y el corazón totalmente abiertos y dispuestos a aprender. ¡Qué diferente escenario de aquel en el que me veo compelida por la culpa a cumplir con un requisito, un horario, un sistema, una cuota…!

He llegado a la conclusión de que lo que marca la diferencia no es el tipo de actividades que los niños realicen. Ellos pueden estar jugando con sus juguetes o contestando una hoja de su libro y en ambas actividades están aprendiendo algo útil. La diferencia radica en MI intervención en esas actividades. Hay un abismo de diferencia entre estar presente o ausente en lo que ellos realizan, por más constructiva o destructiva que parezca la ocupación en sí misma. Estar presente no significa que siempre tengo que intervenir o influir o enseñar. Muchas veces sólo basta con que yo esté allí, callada, escuchando y observando.  Si yo estoy presente cuando están jugando en la computadora o dentro de una fantasía en el parque, entonces puedo estar presente también para poder hacer comentarios, preguntas u observaciones oportunas que dirijan el aprendizaje. Ese involucramiento me permite estar  "empapada" de todo lo que está sucediendo con ellos y tener todo el bagaje necesario para poder lanzar los anzuelos adecuados, es decir: traer nuevos temas a colación, hacer preguntas inquietantes, echar mano de experiencias pasadas, sugerir una actividad relacionada, y todo aquello necesario para hacer las conexiones precisas que darán lugar al aprendizaje significativo.

Muchas veces me ha sucedido que al proponer una actividad, no resulta tan interesante como yo había pensado que sería, pero a partir de ella se derivan otras actividades totalmente distintas y mucho más interesantes para todos y de donde todos aprendemos algo. Se requiere flexibilidad de mi parte para no encariñarme con la idea inicial que tenía y para no estimar esa actividad específica como obligatoria o indispensable para el aprendizaje; además de que tengo que invertirme por completo en la labor. No es lo mismo decirles: "la actividad de hoy es contestar su libro de tal a tal página y al rato vengo a revisar cómo lo hicieron", a estar con ellos todo el tiempo con los sentidos bien alertas para aprovechar cada situación cotidiana, educativa o no educativa y saber cuándo y cómo lanzar el anzuelo apropiado para capturar el interés en ellos que nos llevará a hacer fascinantes descubrimientos, sea que contestemos el libro o no. La actividad no es importante en sí misma, sino el resultado que produce en nuestro ser.  Cuando arrincono mi responsabilidad y me limito a simplemente solicitar que los niños cumplan con sus deberes previamente establecidos, el resultado será que muy probablemente sí cumplirán con el requisito obedientemente, pero la extensa gama de posibilidades para explorar nuevas ideas o perspectivas permanecerá intacta, infructífera, muerta.

En otra sección del mismo libro, la autora también comenta lo siguiente:
"Algunos padres educadores en casa intentan separar las actividades de aprendizaje del resto de la vida familiar. De la misma manera que algunos padres convencionales intentan separar su responsabilidad de la crianza de sus hijos, del resto de la vida. Una familia educadora en casa puede crear esa separación al establecer bloques de tiempo destinados al aprendizaje obligatorio, quizá, en áreas específicas de la casa designadas para ello. Las familias que practican la educación libre, por otro lado, viven en conjunto como compañeros en una vida entera, integrada, libre de divisiones ilusorias. Sabemos que no podemos vivir sin aprender y no necesitamos designar un tiempo especial para hacerlo."
En mi opinión, esta perspectiva en cuanto al aprendizaje requiere mucho más inversión de mi parte que si sólo les asignara un tiempo obligatorio de trabajo a mis niños en materiales específicos, para sentir que ya cumplí con mi "cuota" de escolaridad por ese día. El aprendizaje libre nunca termina. Es parte de nuestra vida, es como respirar. No puedes separarlo de tu vida cotidiana, ni puedes planearlo ni confinarlo a un tiempo o a un lugar específicos. Pensando así, las actividades adquieren otra dimensión en su significado al ser utilizadas como anzuelos y no como importantes en sí mismas.

Tal vez no ha cambiado mucho lo que hacemos por aquí, pero mi perspectiva, y por tanto, mi actitud sí ha cambiado mucho.  El ver las actividades con otros ojos, me ha traído una tranquilidad liberadora.  Me siento como el Pípila, si se le hubiera caído la roca que llevaba a cuestas. El simple hecho de asimilar y tener en mente que todo el tiempo estamos aprendiendo es liberador. Los días han fluido con mucho más naturalidad y tranquilidad. Ya no siento esa  preocupación de tener que estar evaluando la calidad de cada actividad en lo particular, o de presionarme para cumplir con una "cuota" de escolaridad diaria; ahora, la actividad que propongo solamente es la "chispa" que enciende la creatividad y de donde luego se derivan un montón de ideas para desarrollar o investigar.  Ya que las actividades que preparo han perdido su valor intrínseco, y las estoy apreciando más como simples herramientas o vehículos que nos llevan al verdadero aprendizaje significativo, me estoy enfocando en lo verdaderamente esencial: mi participación activa en cada momento. He decidido no forzar a los niños a hacer nada obligatorio, sino a estar totalmente disponible para ellos y a dejar que nuestro propio interés y motivación nos guíen a descubrir cosas nuevas. En las noches he estado registrando todo lo que ocurrió, y me sorprendo de la gran cantidad de momentos, actividades, juegos y conversaciones productivos que tenemos durante el día, sin haber tenido la intención ni la obligación de hacerlo.  Esta perspectiva me ha traído mucha tranquilidad y paz, y la completa certeza de que aquí es donde debe estar mi enfoque total: estar presente todo el tiempo, lanzando los anzuelos adecuados, participando del aprendizaje diario y continuo, que nunca cesa.

3 comentarios:

  1. Qué padre. Es como tomar una responsabilidad más grande, pero con más naturalidad y libertad.
    Te amo y admiro.

    ResponderEliminar
  2. Qué bonito hija!! Me encantan tus descubrimientos y conclusiones a los que están llegando como familia.
    De veras que la participación que tengas con tus niños, es lo que marca la diferencia en su formación, porque ni siquiera en su aprendizaje... este se da por naturalidad en el convivir cotidiano. Pero solo cuando hay una mamá en casa, dirigiendo consciente y amorosamente a sus nenitos.
    Te amo!!

    ResponderEliminar
  3. No sabía que te gustara la pesca Güereja. Me gusta mucho la alegoría y creo que es muy certera ¡Felicidades!

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...