abril 28, 2011

Parte de una sociedad


Los niños vienen equipados con todo lo necesario para vivir y desarrollarse en este mundo. Su motor interno funciona perfectamente y los impulsará a adquirir a una velocidad vertiginosa, todas las herramientas necesarias para integrarse adecuadamente a la sociedad que los rodea. En poco tiempo, un niño aprenderá a hablar su lengua materna y a utilizarla como medio de comunicación con los miembros de su sociedad; su curiosidad casi insaciable lo llevarán a descubrir y a descifrar el mundo que lo rodea; su entusiasmo por participar y sentirse “parte de”, le permitirán aprender y dominar las habilidades que forman parte de la vida diaria de la sociedad a la que pertenece. 
John Holt describe a los niños como “pequeños bárbaros que anhelan convertirse en personas civilizadas. Los niños tienen la sorprendente capacidad de descifrar las estructuras explícitas e implícitas que rigen su entorno y de adaptarse a ellas. Sin embargo, mientras más congruentes, constantes y predecibles sean esas estructuras, más fácil podrán adaptarse a ellas y sabrán qué esperar en cada situación. Según John Holt, “la diferencia entre una sociedad libre y una tiranía es que en una sociedad libre sabes en dónde están los límites, pero en una tiranía nunca puedes estar seguro”. Tener que estar adivinando qué se espera de ellos a cada momento, puede ser extenuante para los niños, e incluso, llevarlos a un estado de frustración profunda que les ocasione problemas crónicos de personalidad, de adaptación, de aprendizaje, de comportamiento...

Uno de los grandes problemas de nuestras sociedades “civilizadas” es que los niños no saben qué se espera de ellos, porque en realidad no esperamos nada de ellos. Los papás vivimos para suplir sus necesidades, para que nada les falte y para que sean felices, pero antes de que terminen sus “estudios”, rara vez esperamos que nuestros hijos hagan algo. Tantas veces hemos escuchado la misma queja de los papás: “¡Pero si estudiar es su única obligación, y no saca buenas calificaciones!” En sociedades “no civilizadas”, los niños no son una carga para sus papás; al contrario: representan una útil fuerza laboral para su familia desde edades tan tempranas como los cuatro o cinco años. Las madres no se rompen la cabeza pensando “qué hacer” con sus bebés o qué juguetes educativos comprarles para entretenerlos; simplemente los ponen en sus rebozos y los traen a cuestas haciendo su trabajo cotidiano, permitiéndole al bebé presenciar todas las actividades que se llevan a cabo dentro de la sociedad; el bebé es feliz junto al cuerpo de su madre, siendo testigo de toda esa fascinante acción. Pero su actividad no es improductiva: está aprendiendo lo que se hace allí, y por lo tanto, lo que se espera de él. Cuando tiene la edad suficiente, su único anhelo es participar activamente e integrarse participando en lo que todos hace. 

Incluso cuando hemos tomado la decisión de no mandar a nuestros hijos a la escuela, muchas veces podemos caer en el círculo vicioso de no hacer nada realmente productivo, con la bandera de “educación en casa”, mientras que la mamá vive estresada buscando actividades que entretengan a los niños mientras que corre a limpiar aquí y allá además de estar siempre anhelando su carrera abandonada por dedicarse completamente al cuidado de los hijos. Es sorprendente pensar en un niño de cuatro o cinco años que ya signifique una fuerza de trabajo laboral para la familia. Y continuando con este pensamiento, he estado reflexionando en que mi esposo y yo somos muy ricos al contar con tres pares de bracitos que aun a esta edad tienen el potencial de significar una importante ayuda. Y más que la ayuda en sí, éste es el momento perfecto para utilizar toda esa curiosidad y entusiasmo suyos como trampolín que los lance a su plena integración dentro de la sociedad que los rodea. 

Nos gusta el concepto de que los niños desean pertenecer a una sociedad, y somos nosotros quienes definimos cuáles son los lineamientos de esa sociedad a la que pertenecen. Se trata de hacerlos sentir parte de ella, y como parte de ella, su participación es vital y los hace sentirse útiles, dignos, orgullosos de ser quienes son y de pertenecer a donde pertenecen. Y tomando como base estas ideas, mi esposo y yo definimos que para esta etapa de edad temprana de nuestros hijos, éstos son los dos grandes objetivos en cuanto a su formación, prioritarios para nosotros:

1. Que sean una fuerza laboral para la familia (principalmente con tareas del hogar)
2. Que sean productivos – principalmente con la actitud y disponibilidad de ser útiles, de ayudar, de ofrecerse; después, con habilidades y destrezas que les permitan ser competentes en cualquier trabajo (esto los llevará a aprender a leer, a escribir, sumar, restar, usar la computadora, etc., pero dentro de un contexto real)

Las últimas semanas me he sorprendido de todo lo que podemos lograr trabajando en equipo. Hemos estado haciendo la limpieza general de la casa todos juntos, y en vez de sentirlo como una carga pesada, he comenzado a verlo como un salón de clases lleno de oportunidades de aprendizaje. He notado que mis hijos están más alertas de lo que sucede a su alrededor, de lo que necesita hacerse, de ofrecer su ayuda. Cada vez más aceptan realizar tareas no tan agradables y se dicen a ellos mismos que si juegan al hacerlas serán mucho más fáciles y placenteras. Noto cómo disfrutan el hecho de sentirse útiles y capaces. Piden ayudar, y veo cómo comienzan a hacer las labores con mayor esmero.

A veces luchamos con el “no puedo”, “es muy difícil para mí”, “necesito que alguien me ayude”, y somos insistentes en potenciar a nuestros hijos para que hagan uso de sus capacidades y puedan darse cuenta de que verdaderamente pueden hacer mucho más de lo que se creen capaces. Sin embargo, esa potenciación comienza en mí misma. Yo muchas veces entro en conflicto pensando que debería contratar a alguien que me ayude con la limpieza de la casa, al menos una vez a la semana; sin embargo, luego pienso: “tengo tres pares de brazos aquí a los que sólo les hace falta entrenamiento… ¿no será ésta la situación perfecta para que aprendan a hacerlo y se integren a su sociedad y al trabajo que le corresponde?, ¿no es esto a lo que deberíamos estarnos dedicando en vez de estar buscando actividades “educativas” para mantenerlos ocupados?, ¿qué es más educativo y real que esto?"
Yo necesito quitar las ideas de mi cabeza que muchas veces me limitan y me atan de manos: “son muy pequeños todavía”, “en lugar de ayudar, estorban”, “se me duplica el trabajo incluyéndolos a ellos”, “es demasiada carga para mí”, y entonces potenciarme a mí misma para después, poder potenciarlos a ellos.
Es difícil, pero sí se puede, y he descubierto que puedo hacer mucho más de lo que creí que era capaz de hacer.

El proceso de integrarnos a una sociedad incluye todas las habilidades y destrezas necesarias para la formación de un individuo. Si nos dedicamos a introducir a nuestros hijos a nuestra sociedad real y les ayudamos a adquirir las herramientas necesarias para que puedan enfrentarse a sus implicaciones reales, no tendremos ninguna necesidad de estar creando situaciones artificiales para brindarles una educación… ésa es su educación.

4 comentarios:

  1. Qué bonito hija!!
    Y qué bueno que estés orientando a tus hombrecitos a ser colaboradores en casa... porque en este país machista y con madres que lejos de cambiar ese paradigma, se desviven por atender a sus NIÑOS!!

    Se nota que están aprendiendo tus hijitos, hasta Caleb lo he visto con iniciativa de recoger cosas y limpiando!!
    Preciosos amados!!

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  2. Me gusta mucho; porque luego la misma educación en casa a veces se vuelve una sub-sociedad no real para los niños cuando se busca llevar la escuela a la casa (la escuela es una sub-sociedad); Pero cuando el objetivo de los papás es enseñarles a cómo conducirse en la vida cotidiana y real, no habrá necesidad de estar creando situaciones artificiales para brindarles una educación… ésa es su educación. La vida cotidiana, la vida normal: esa es la sociedad.

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  3. Hay tanto que comentar sobre este Blog que no sè por donde comenzar... pero sin duda voy a iniciar por este artìculo lleno de incongruencias y barbaridades (como dirìa Holt) y es que còmo un niño puede formar "parte de" si de entrada no se le permite adquirir el aprendizaje que la socializaciòn escolar le puede dar y es excluido de la dinàmica social pedagògica.
    Hablas de adaptaciòn al entorno, sin embargo el entorno no solamente es el sistema familiar de origen, sino que es mucho màs. Si el entorno y su estructura es muy predecible, los niños no adquiriràn la capacidad de solucionar problemas y afrontar situaciones de sorpresa o de emergencia, lo cual es de suma importancia sobre todo en el mundo laboral.
    Creo que todo esto esta lleno de incongruencias y desequilibrio social en extremo y me sorprende que ademàs haya quien apoye este tipo de movimientos de inadaptaciòn social.

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  4. Qué triste que las personas bajo un anonimato, hagan comentarios sin conocimiento.
    Y me refiero a la falta de conocer a las personas.
    Porque si conocieran a esta familia, que como mamá y abuela conozco perfectamente, vería que no hay incongruencia.
    No solo en su integridad moral, sino congruencia en lo que piensan para aplicar y formar a sus hijos.
    Y esa es la intención de este blog. Poder compartir de forma natural y honesta, lo que está llevando a cabo esta hermosa familia en su hogar.

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