junio 27, 2011

Instrucción académica temprana


Los niños pequeños ansían y necesitan interacción directa con el mundo físico. Esto significa cantidades generosas de libertad para tocar, saborear, oler, escuchar y ver. El juego libre introduce al niño a la observación científica (curiosidad y exploración)
Con el deseo de brindarles a su hijo una ventaja temprana, los padres pueden cometer el error de enfocarse en materias académicas abstractas antes de que el niño haya tenido la suficiente experiencia explorando el mundo físico, concreto y absorbido conceptos por inmersión.

En una sociedad alfabetizada, un niño no puede evitar el ver letras y números, y quiere entenderlos. 
Los niños aprenden matemáticas y lectura en etapas. Atraviesan una jerarquía de entendimiento. Por ejemplo, un niño pequeño, que está aprendiendo rápidamente a comunicarse, desarrollará conciencia de los símbolos numéricos y alfabéticos. Puede que esto suceda mientras que el papá le lee al niño, o al ver televisión, o jugando con juguetes y libros, etc. Debe aprender a reconocer letras y números antes de aprender a leer palabras, a calcular problemas matemáticos, a dominar la lectura de comprensión y a realizar cálculos más complicados con aplicación al mundo real.
Con el énfasis convencional en el aprendizaje académico por encima del juego imaginativo, los niños aprenden números, letras, a reconocer palabras y a contar, a edades cada vez más tempranas. Sin embargo, esto no implica que un niño en verdad comprenderá el lenguaje escrito y los conceptos matemáticos más pronto que un niño que no aprendió el ABC y el 123 siendo tan pequeño. 
A medida que los niños se aproximan a la edad de jardín de niños y preescolar, los padres pueden sentirse presionados a cumplir con el aprendizaje temprano oficial y los logros correspondientes a cada etapa de desarrollo. Si respondemos a esta presión intentando coaccionar a nuestros pequeños para que logren esas metas, nos arriesgamos a transmitirles esa misma presión.
Inicialmente, nuestros niños se rebelan contra los esfuerzos de coaccionarlos, pero con el tiempo, se dan por vencidos. Nuestra insistencia aplasta su curiosidad natural y amor por aprender. Cuando nos mostramos desanimados ante su progreso, ellos también se conciben como fracasos.  Si abrazamos metas realistas para el aprendizaje de nuestros hijos (esto es, la adquisición de destrezas útiles y deseables para ellos), no tenemos nada de qué preocuparnos. Si, por otro lado, nuestras agendas tienden hacia querer producir niños prodigio o genios en intereses especializados, tal vez queramos re-enfocarnos en los intereses personales de nuestros hijos y meditar de nuevo en nuestra percepción de éxito.

Cuando me pregunto qué es lo que más quiero para mis hijas, inmediatamente respondo: quiero que mis hijas vivan su propia idea de éxito. Cuando la preocupación, dudas y temor del futuro se introducen sigilosamente en nuestro pensamiento, fácilmente podemos discernir que nuestras ambiciones para nuestros hijos se han descarrilado.

Nuestros hijos tienen todo el tiempo del mundo para aprender cualquier cosa que necesiten aprender para lograr cualquier cosa que quieran lograr. Generaciones de niños unschool han probado que aprenden naturalmente a leer, a escribir, y a calcular de acuerdo a sus propios horarios, en sus propias maneras, por sus propias razones. Aprenden esas herramientas a través de una continuación de los mismos métodos utilizados por los niños pequeños - jugando, explorando, probando cosas y pidiendo instrucción. Algunos niños buscan aprender a leer a los cinco o seis años. Otros niños aprenden después. En cualquier caso, el niño crece y se convierte en una persona que puede leer y hacer cálculos, y tal vez, hasta sea de los que disfrutan de esas actividades. 

Mi hija mayor, Maia, ve a las matemáticas como una herramienta divertida y emocionante. Brinca y exclama su satisfacción con cada nueva operación desafiante. A su edad, yo percibía las matemáticas como trabajo que tenía que hacer para sacar una buena calificación y de esa manera, ser una 'buena alumna e inteligente'. La presión y el temor me dolían. 
Los intentos de coaccionar el aprendizaje temprano en un niño que todavía no tiene el interés o la habilidad, se toparán con su resistencia y contribuirán a desarrollar una asociación negativa con la materia, lo que puede dificultar el aprendizaje futuro. Incluso cuando la coerción sí produce un rendimiento académico temprano, los resultados pueden incluir estrés innecesario y un daño a la auto-imagen del niño.
Los niños sí aprenden lo básico con el tiempo y a través de experiencias de la vida real como escuchar historias leídas por sus padres, cocinar, cuidar el jardín, armar rompecabezas, construir, crear arte, experimentar, etc. Algunos niños eligen utilizar materiales educativos convencionales como libros de texto y de ejercicios. En cualquier caso, el progreso de las destrezas académicas básicas avanza naturalmente de acuerdo a las necesidades del niño, a sus habilidades naturales e intereses.
Fragmento tomado del capítulo "Aprendizaje natural", del libro "Unschooling, a lifestyle of learning" (Unschooling, un estilo de vida para el aprendizaje), de Sara McGrath.

2 comentarios:

  1. Interesante, aunque parece sencillo el método de aprendizaje, es muy trascental y efectivo.
    Carlos S.

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  2. Si claro, el método natural, donde no hastías a los niños. Donde no empiezas con un niño altamente creativo y terminas con un niño altamente harto de intentar serlo.

    Gracias Priss, como siempre, muy bueno.

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