Hace más de dos años mi familia y yo hicimos un viaje a Houston TX., para visitar a mi hermana. Nos fuimos en carro, así que el viaje duró unas veinticuatro horas repartidas en dos días. En ese entonces estaba embarazada de mi pequeño Caleb, y Mati y Pao tenían dos años nueve meses y un año tres meses, respectivamente. Así que no hace falta dar más detalles de lo extenuantes que nos resultaron todas esas horas en el carro. Cuando por fin llegamos a nuestro destino final, como a eso de las ocho de la noche, después de haber estado en el carro desde como las ocho de la mañana, mis hijos tuvieron un ataque de locura en cuanto entraron al departamento. Comenzaron a correr por todas partes, brincando en los sillones, reían, gritaban, se empujaban, se abrazaban... totalmente desquiciados. Y cómo no, después de tantas horas de "encarcelamiento" en sus sillas del carro.