junio 23, 2010

Una buena actitud, a pesar de todo

Anoche tomé la decisión de que hoy sería un gran día. Mi papá y mi hermana venían a comer hoy, y ya tenía todo planeado para la comida. Necesitaba levantarme temprano para estar lista y aventajar varias cosas antes de que los niños despertaran. Tenía todo perfectamente planeado y me sentía muy optimista. 
Un rato después de haberme dormido, Caleb comenzó a llorar y tuve que traerlo a mi cama. Su inquietud continuó durante toda la noche. Cuando está así, no podemos dormir profundo, porque todo el tiempo estamos al pendiente de él. Un rato después, comencé con mucho dolor de estómago. No sé qué pasó, pero después de un rato se me quitó y pude volver a dormir. Una o dos horas después, comenzó a caer un diluvio. La preocupación de cerrar las ventanas y pensar en lo que se está mojando y en que se pueda ir la luz casi nunca me deja dormir en medio de una tormenta. 

Finalmente, se terminó la lluvia y volví a dormitar, porque Calebcito seguía en mi cama, muy inquieto. Cuando dieron las seis, la hora a la que pensaba levantarme, me era imposible abrir los ojos. Volví a dormirme hasta las siete, cuando Calebcito despertó llorando. Poquito después despertaron los demás niños, y Pao vino muy acongojado a decirme que había sufrido un accidente y estaba todo mojado y quería que lo bañara. Así que con la vista todavía nublada y medio tambaleante, me levanté a comenzar las labores de mi gran día. Metí a bañar a los niños pequeños, quité las sábanas para lavarlas, y me dirigí a la cocina. Cuando bajé el último escalón, me percaté de que mi casa había sufrido un gran accidente: la sala, el comedor y la estancia estaban inundados.

Ahora no sólo estaba una hora y media retrasada en mis planes, sino que ahora tenía que sacar toda esa agua y dejar limpio y seco ¡antes de que los niños bajaran!

El corazón comenzó a palpitarme muy rápido y empecé a sentir esa sensación de ansiedad y coraje. ¿Por qué tenían que arruinarse mis planes? Era una ocasión perfecta para la histeria - por lo menos estaría justificada. Sin embargo, me recordé a mí misma que la noche anterior yo había decidido que éste sería un gran día. Y a pesar de lo que sucediera o de que mis planes no se llevaran a cabo, yo tenía la autoridad para hacer que éste fuera un gran día.

Pensé en las mejores soluciones para el momento y después trataría de pensar en cómo resolver toda la situación. Así que preparé un desayuno rápido y fácil de llevar al cuarto (para que los niños no bajaran), puse a cocer los frijoles, y regresé con los niños.

Después de que habían desayunado, todavía me hacía falta el reto mayor: preparar la comida y limpiar allá abajo, ¡sin descuidar a los tres niños!

Para mi fortuna, mi querido esposo tuvo un rato libre justo en ese momento y pudo ayudarme con los niños. Ya con más tranquilidad, pude limpiar mi alberca y dejar lista la comida.

El día continuó con mucho correr y muchos pendientes por completar. Me sentía mareada, con dolor de cabeza y con mucho sueño. Seguí pensando en enfocarme en lo valioso de este día y en disfrutar lo que sí estaba sucediendo y no estar refunfuñando por lo que "pudo haber sucedido"

Disfrutamos mucho la comida, y la sobremesa. Me gusta mucho ver a mis hijos disfrutar a su abuelo y a su tía. Después de recoger la cocina y aprovechando a las visitas, me acosté un rato con Caleb y me dormí unos minutos. La visita se fue y ya con los niños ociosos y llenos de energía alrededor de mí, no tuve otra opción que levantarme. Tenía un fuerte dolor de cabeza y difícilmente me respondían los brazos y las piernas. Otra vez, una excelente ocasión para enojarme y maltratar a los niños y descargarles mi frustración. ¿Por qué no puedo descansar un rato, después de todo lo que he hecho?

De nuevo me detuve unos segundos para respirar hondo y recordarme que éste era un gran día. El mayor logro no es tener una buena actitud cuando todo funciona a la perfección. El verdadero triunfo habita en responder correctamente por encima de nuestras circunstancias. Todo estaba en mi contra: mis planes no habían funcionado para nada, y no tenía control sobre las circunstancias, pero sí tenía control sobre mi propia actitud y sobre mi interior, y si dentro de mí surgía la actitud correcta, entonces todo comenzaría a verse diferente. Y así sucedió. Pensé en lo maravilloso de tener a mis hijitos conmigo y en lo mucho que los puedo desperdiciar al estarme enfocando en mis propias penas y amarguras. ¡Ellos no tienen la culpa de todo lo que me pasa!

Pensé en llevarlos al parque para disfrutar la tarde con ellos y de pasada, para que gastaran un poco de energía. Realmente lo disfrutamos. Me reí mucho con ellos y disfruté de verlos correr y jugar hasta que estaban llenos de sudor. Platicamos mucho durante el camino de regreso y tuvimos una cena muy amena y relajada. Finalmente, habían gastado tanta energía, que comenzaron a jugar muy amigables y tranquilos en la sala, así que aproveché para dejar todo recogido y de pasada, doblar dos canastas de ropa limpia - que generalmente se me acumulan durante varios días. Estuvimos escuchando música; se sentía un ambiente  muy agradable. Casi cuando era la hora del baño, les dije que comenzaran a recoger los juguetes, y me sorprendió mucho que se levantaron inmediatamente y por iniciativa propia dejaron todo impecable. El baño y el momento de irse a la cama fluyeron suavemente, y aquí estoy, disfrutando de la satisfacción de un gran día en medio de circunstancias adversas.



La buena actitud es el resultado de pequeñas decisiones. La vida está llena de oportunidades para escoger tener la actitud correcta. No importa qué tan mal lo haya hecho la vez pasada; siempre hay una próxima vez.

4 comentarios:

  1. woooooooow!!! Me ha exhortado mucho este blog... hoy me pasó algo muy parecido (hasta la inundada, en menor escala) pero al contrario de ti me costó muuuucho tener una buena actitud y he estado más de malas que de buenas con el Jared y hasta con la chucha... Decisiones, decisiones, decisiones...

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  2. Ay sí, siempre hay situaciones difíciles que tenemos qué afrontar como amas de casas...y más tú con 3 nenitos pequeños. Pobrecita, con tanto trabajo y aparte casa inundada!! Qué horror!!
    Pero qué bonito mi amor!! Me alegro mucho por tu madurez y por tus deseos de ser una mamá sabia y amorosa!!

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  3. Ay sí, qué bonito ser maduro en todas las situaciones.

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  4. No pudo existir mejor momento para leer tu blog hace un rato estuve histerica y enojada....prometo aprovechar las futuras oportunidades para madurar aunque reconozco me es muy díficil.
    Como siempre bellas tus experiencias y muy enriquecedoras.

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