junio 05, 2010

Vive y deja vivir

Cuando era niña, me caractericé por ser mandona y dominante. Ahora que pienso en mí a esa edad, y pienso en mi mamá, siento más admiración hacia ella, pero también más compasión por ella. ¡Qué horror tener a una niña como yo! "¡Deja a tu hermana en paz!, ¡No puedes obligarla a que haga lo que tú quieres!" - frecuentemente me decían mis papás.
Todo el tiempo me estaban llamando la atención para que respetara a mis hermanas y las dejara jugar a su manera, sin imponer mis reglas. Yo, difícilmente lograba entenderlos. Más bien, sentía que todo el mundo era injusto conmigo. Finalmente, lo único que yo quería, era ayudarlas a que su juego fuera "mejor", y que hicieran las cosas "mejor" que como las estaban haciendo. Ahora que soy mamá, me toca seguir viviendo lo mismo, pero del otro lado. Mateo, mi hijo mayor es un niño perfeccionista, amante de las reglas y los procedimientos correctos. Desde pequeño fue aprendiendo el ABC de todo lo que le rodea, y después, le era una necesidad vital seguir los procedimientos paso a paso. Cuando su hermano menor llegó, Pablo, encontró en él una tierra fértil para sembrar todo su conocimiento. Pao es un niño dócil, que admira mucho a Mati y busca su compañía y liderazgo. Sin embargo, hay ocasiones en las que no están de acuerdo y Pao se niega a cumplir los deseos de Mateo. Algunas veces para mí es difícil resolver el conflicto, porque me veo reflejada en las demandas de Mateo. Entiendo su deseo de "ayudar" a su hermano a que sea "mejor" y las cosas le salgan "bien".

Seguido tengo que tener una plática con él en la que le digo: "deja a tu hermano en paz; deja que cometa sus propios errores, deja que lo haga mal; poco a poco va a ir madurando y lo hará cada vez mejor. Tú también fuiste pequeño y no hacías las cosas bien. Hay cosas que tampoco haces bien ahora, y mamá y papá somos pacientes contigo, porque sabemos que pronto crecerás y aprenderás a hacerlo todo bien"

En este asunto tengo la esperanza de que si sigo siendo perseverante y paciente con Mati, finalmente él ira madurando y aprendiendo a ser tolerante con las diferencias de otros. Pero todo esto me lleva a pensar en otro asunto, tal vez más difícil: ¿Nosotros como adultos mostramos esta misma actitud hacia quienes nos rodean?

En mi caso personal, no. Muchas veces juzgo a quienes no son iguales a mí.  O sea, casi a todo el mundo. Tengo la fuerte necesidad de estarles mostrando a los demás sus fallas, o si no puedo decirlas, por lo menos hago corajes internos y los corto emocionalmente.  A lo largo de mi vida he visto decenas de rupturas de relaciones, por la simple y sencilla razón de que las  creencias, convicciones, ideales, filosofías, procedimientos, o estilos de vida eran diferentes. Creo que la razón es la misma que me movía a ser mandona con mis hermanas, o la que impulsa a Mati a controlar a Pao: el deseo de "ayudar" a las demás personas; el mostrarles que pueden hacer las cosas de una manera "mejor". Sin embargo, me doy cuenta de que en realidad, esa actitud muestra orgullo y egoísmo, pues pensamos que "lo mejor" realmente viene de nosotros, y si nosotros somos mejores que las demás personas, entonces, ¿somos superiores a ellos?

Pienso que el punto es llegar a entender que todos vamos hacia la madurez, y simplemente nos encontramos en niveles distintos de maduración.  Entenderlo implica que no juzgamos a nadie, cualquiera que sea su posición en el camino. El juicio bloquea el avance. Cuando estamos preocupados por lo que alguien más dirá acerca de nuestro actuar, no podemos caminar acertadamente, porque en vez de preocuparnos por cómo madurar y dónde poner el pie para dar el siguiente paso, estamos siempre mirando de reojo por si alguien nos criticará o nos dirá que así no debe ponerse el pie. ¡Qué triste estar bloqueando el avance de otros cuando en realidad nuestro deseo inicial era ayudarlos! Además, tenemos que aceptar que no podemos hacer que las personas cambien, ni debemos vivir para ello. Lo único que logramos es amargarnos y aprisionar a otros.  No puedes imponerle a alguien más tus creencias, convicciones, ideales, filosofías, procedimientos, o estilos de vida; si tú decidiste adoptarlos, ¡bien por ti!, pero tu valor no puede estar en ello, ni las demás personas son menos valiosas o dignas por no pensar igual que tú. ¿No crees que es muy  presuntuoso creer que tu verdad es la verdad absoluta? Finalmente, si alguien está en una búsqueda sincera y genuina de la verdad, ¿no crees que llegará a ella?

La mayoría de las personas anhelamos ayudar a otros y compartirles lo que ha sido útil para nosotros, y queremos ver que ellos también lo adopten y pongan en práctica. Sin embargo, todos necesitamos ir aprendiendo que ésa no es la forma más adecuada para ayudar. No podemos imponerles a los demás nuestros deseos o voluntad. La manera de influir más, es dejar en libertad y vivir en serenidad. Eso atrae más que cualquier cosa. Estoy aprendiendo que quien verdaderamente tiene el poder de cambiarnos es quien se preocupa genuinamente por nosotros, siendo capaz de pasar por alto nuestras fallas y siendo lo suficientemente paciente para esperar los avances, y tolerante para ver nuestros errores una y otra vez como simples muestras de inexperiencia o inmadurez. Un verdadero líder comienza a cambiar él, sin andar proclamando sus creencias ni demandando que todos crean igual que él, sino simplemente viviendo sus convicciones hasta que son tan visibles, que es natural que otros sean atraídos y anhelen ser igual que él. Creo que todos tenemos algo qué aprender, y todas las personas tienen algo qué compartir. Nunca podemos sentir que hemos llegado a la cumbre, siempre estamos en un proceso continuo de aprendizaje y madurez.

En mi vida todavía hay mucho de mandona, pero voy rumbo a un estado más pacífico: el maravilloso estado de la libertad. Libertad para mí y libertad para la gente que amo. Seamos libres y otorguemos libertad, comenzando por nuestros esposos e hijos.
Deja a tu hermano en paz...




Cuando era niña, me caractericé por ser mandona y dominante. Ahora que pienso en mí a esa edad, y pienso en mi mamá, siento más admiración hacia ella, pero también más compasión por ella. ¡Qué horror tener a una niña como yo!

"¡Deja a tu hermana en paz!, ¡No puedes obligarla a que haga lo que tú quieres!" - frecuentemente me decían mis papás. Todo el tiempo me estaban llamando la atención para que respetara a mis hermanas y las dejara jugar a su manera, sin imponer mis reglas. Yo, difícilmente lograba entenderlos. Más bien, sentía que todo el mundo era injusto conmigo. Finalmente, lo único que yo quería, era ayudarlas a que su juego fuera "mejor", y que hicieran las cosas "mejor" que como las estaban haciendo.

Ahora que soy mamá, me toca seguir viviendo lo mismo, pero del otro lado. Mateo, mi hijo mayor es un niño perfeccionista, amante de las reglas y los procedimientos correctos. Desde pequeño fue aprendiendo el ABC de todo lo que le rodea, y después, le era una necesidad vital seguir los procedimientos paso a paso. Cuando su hermano menor llegó, Pablo, encontró en él una tierra fértil para sembrar todo su conocimiento. Pao es un niño dócil, que admira mucho a Mati y busca su compañía y liderazgo. Sin embargo, hay ocasiones en las que no están de acuerdo y Pao se niega a cumplir los deseos de Mateo. Algunas veces para mí es difícil resolver el conflicto, porque me veo reflejada en las demandas de Mateo. Entiendo su deseo de "ayudar" a su hermano a que sea "mejor" y las cosas le salgan "bien".

Seguido tengo que tener una plática con él en la que le digo: "deja a tu hermano en paz; deja que cometa sus propios errores, deja que lo haga mal; poco a poco va a ir madurando y lo hará cada vez mejor. Tú también fuiste pequeño y no hacías las cosas bien. Hay cosas que tampoco haces bien ahora, y mamá y papá somos pacientes contigo, porque sabemos que pronto crecerás y aprenderás a hacerlo todo bien"

En este asunto tengo la esperanza de que si sigo siendo perseverante y paciente con Mati, finalmente él ira madurando y aprendiendo a ser tolerante con las diferencias de otros. Pero todo esto me lleva a pensar en otro asunto, tal vez más difícil: ¿Nosotros como adultos mostramos esta misma actitud hacia quienes nos rodean?

En mi caso personal, sí. Muchas veces juzgo a quienes no son iguales a mí.  O sea, casi a todo el mundo. Tengo la fuerte necesidad de estarles mostrando a los demás sus fallas, o si no puedo decirlas, por lo menos hago corajes internos y los corto emocionalmente.  A lo largo de mi vida he visto decenas de rupturas de relaciones, por la simple y sencilla razón de que las  creencias, convicciones, ideales, filosofías, procedimientos, o estilos de vida eran diferentes. Creo que la razón es la misma que me movía a ser mandona con mis hermanas, o la que impulsa a Mati a controlar a Pao: el deseo de "ayudar" a las demás personas; el mostrarles que pueden hacer las cosas de una manera "mejor". Sin embargo, me doy cuenta de que en realidad, esa actitud muestra orgullo y egoísmo, pues pensamos que "lo mejor" realmente viene de nosotros, y si nosotros somos mejores que las demás personas, entonces, ¿somos superiores a ellos?

Pienso que el punto es llegar  entender que todos vamos hacia la madurez, y simplemente nos encontramos en niveles distintos de maduración.  Entenderlo implica que no juzgamos a nadie, cualquiera que sea su posición en el camino. El juicio bloquea el avance. Cuando estamos preocupados por lo que alguien más dirá acerca de nuestro actuar, no podemos caminar acertadamente, porque en vez de preocuparnos por cómo madurar y dónde poner el pie para dar el siguiente paso, estamos siempre mirando de reojo por si alguien nos criticará o nos dirá que así no debe ponerse el pie. ¡Qué triste estar bloqueando el avance de otros cuando en realidad nuestro deseo inicial era ayudarlos!

Además, tenemos que aceptar que no podemos hacer que las personas cambien, ni debemos vivir para ello. Lo único que logramos es amargarnos y aprisionar a otros.  No puedes imponerle a alguien más tus creencias, convicciones, ideales, filosofías, procedimientos, o estilos de vida; si tú decidiste adoptarlos, ¡bien por ti!, pero tu valor no puede estar en ello, ni las demás personas son menos valiosas o dignas por no pensar igual que tú. ¿No crees que es muy  presuntuoso creer que tu verdad es la verdad absoluta? Finalmente, si alguien está en una búsqueda sincera y genuina de la verdad, ¿no crees que llegará a ella?

La mayoría de las personas anhelamos ayudar a otros y compartirles lo que ha sido útil para nosotros, y queremos ver que ellos también lo adopten y pongan en práctica. Sin embargo, todos necesitamos ir aprendiendo que ésa no es la forma más adecuada para ayudar. No podemos imponerles a los demás nuestros deseos o voluntad. La manera de influir más, es dejar en libertad y vivir en serenidad. Eso atrae más que cualquier cosa. Estoy aprendiendo que quien verdaderamente tiene el poder de cambiarnos es quien se preocupa genuinamente por nosotros, siendo capaz de pasar por alto nuestras fallas y siendo lo suficientemente paciente para esperar los avances, y tolerante para ver nuestros errores una y otra vez como simples muestras de inexperiencia o inmadurez. Un verdadero líder comienza a cambiar él, sin andar proclamando sus creencias ni demandando que todos crean igual que él, sino simplemente viviendo sus convicciones hasta que son tan visibles, que es natural que otros sean atraídos y anhelen ser igual que él. Creo que todos tenemos algo qué aprender, y todas las personas tienen algo qué compartir. Nunca podemos sentir que hemos llegado a la cumbre, siempre estamos en un proceso continuo de aprendizaje y madurez.

En mi vida todavía hay mucho de mandona, pero voy rumbo a un estado más pacífico: el maravilloso estado de la libertad. Libertad para mí y libertad para la gente que amo. Seamos libres y otorguemos libertad, comenzando por nuestros esposos e hijos.

Deja a tu hermano en paz...


3 comentarios:

  1. MUY BIEN DICHO!! Qué padre es vivir en libertad donde no juzgas ni te amargas por lo que los demás hacen o dejan de hacer, sino por el contrario, donde vives y disfrutas la vida que Dios te da, siempre con la visión amplia de que tu vida es un proceso hacia la madurez en un ámbito corporativo con los demás!

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  2. Georgina Salazar6 de junio de 2010, 9:10

    Así es mi vida!! qué importante dejar en la libertad de decidir a las personas. Decisión de actuar, decisión de pensar… porque eso trae paz. “El respeto al derecho ajeno…” el derecho a que las personas sean libres para vivir su vida es, vivir en paz!!
    Finalmente y de cualquier manera, lo que yo he visto a través de mis largos años de existencia, es que las personas de todas maneras hacen lo que quieren!! jajajaja
    Así que no hay qué estar sufriendo por lo que los demás hacen.
    Tristemente me acuerdo que para mí estas cuestiones me hacían sentir mucha impotencia con ustedes. No tuve los recursos ni la paciencia como para resolver situaciones difíciles. Gracias a Dios que tuvo misericordia de nosotros y nos mostró maneras de cómo salir adelante.
    Y deja te cuento de mi chiquito “mandón” hermoso, que se nota que estás trabajando con él. Ayer Pao estaba jugando con un silbato que tiene un cordel para colgarse alrededor del cuello. Pero se lo puso de tal manera que le quedó como un nudo corredizo, y eso me dio miedo porque podía atorarse con algo y sufrir si no un ahorcamiento, sí un buen apretón de cuello. Y le expliqué del peligro y le dije que se lo quitara. Obviamente mi intrépido y temerario chiquito ignoró las advertencias de su abuela temerosa. Pero el sensato y prudente de mi Mateo, intervino para hacerle entrar en razón diciéndole: “Pao, hazle caso a abuela, no te lo dice de broma, es peligroso”
    Mi amor, me fascinó la forma tan seria y formal de hablarle a su hermanito, pero no lo forzó a que obedeciera, solo apeló a su conciencia.
    Y Ayer que estábamos comiendo, Pao solo quería comer queso y no pasta. Y a nuestra insistencia de que se comiera también la pasta, Mateo salió en auxilio de su hermano menor diciéndonos: “está bien que coma solo queso, el queso es bueno para Pao”.
    Me encantó que se sintiera el hermano mayor protegiendo a su hermanito.
    Qué bueno mi vida, me gustan tus reflexiones y aprendizajes en los que están caminando!!

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  3. Hola Patroncita me dio mucho gusto encontrar casualmente este blog y por supuesto me interesó lo que contiene. Es muy gratificante descubrir tus talentos de comunicación, así como tus nuevas aventuras con tu pequeña tropa. Sólo he leído esta publicación y me parece muy interesante, aunque me gustaría compartirte lo que siento, para enriquecer las ideas.
    Totalmente de acuerdo contigo en el peligro de juzgar a otros y tratar de que "entren" en nuestras medidas acerca de la vida. Las "medidas" de los hombres siempre son imperfectas y dan resultados imperfectos. A pesar de esto, no podemos vivir como adultos "relativistas" donde cada quien tiene su verdad, la cual no debe ser impuesta a otros, porque eso está creando un caos mundial. Los conflictos se están dando por aquellos que defienden "sus derechos" (aborto, diversidad de géneros, etc) y que consideran intolerantes a los que piensan que sus derechos son afectados por los derechos de los primeros. ¿Quién va a poner las reglas? ¿Quién es el árbrito mundial si cada uno defiende su verdad? ¿Es posible aceptar las verdades de todos como igualmente válidas, si inevitablemente esos conceptos van a provocar conflicto?
    Es por eso que yo creo en una verdad absoluta, a la cual llamo los valores del Reino de Dios, y he decidido adoptarlos como mis valores. Es decir, soy honesto porque es un valor del Reino al que pertenezco; soy fiel a mi esposa porque ese es un valor del reino; soy puntual, o respeto a los ancianos porque ese es un valor del reino. No son mis valores, son los valores del Reino y ese Reino me ha cautivado hasta las últimas consecuencias.
    Sin embargo, ese Reino y esa verdad no acepta conciliar con otras "verdades personales", a menos que sean compatibles. De hecho, el fundador de este Reino fue muy radical, ya que dijo "quien no esté dispuesto a entregar su propia vida por mi causa, no puede seguirme". Seguramente muchos lo considerarán intolerante por tratar de "imponer su verdad" a los demás, y claramente señalarse como "el único camino". No me toca defender su postura, simplemente creo en ella y la he aceptado como la única verdad.
    Esto me lleva a querer compartir esta verdad con los demás como la única verdad. No puedo imponerla, mas bien les debo rogar que se reconcilien con el reino, pero si lo hacen, encontrarán que es la única verdad posible.
    De hecho me parece que tú como madre estás guiando a tus hijos con toda la tolerancia y paciencia posible (y me consta que a tí te trataron igual), pero dentro de un marco de referencia de verdades totales. Por ej, puedes ser paciente con Mateo todo el tiempo, pero no puedes permitir que tome lo ajeno, o golpee a otro niño, sin que enfrente alguna consecuencia. La pregunta es ¿quién dice lo que es bueno o lo que es malo?... Por eso necesitamos valores absolutos, y esos valores solo pueden provenir de alguien perfecto. Muchos saluditos para todos

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